Los otros tres evangelios constituyen una narración histórico-teológica de la vida de Jesús. Éste, que se atribuye a Juan, parece más bien un teatro, un ”espectáculo” en el que se “ve” a quien “habla”. Es un tejido de diálogos y largo monólogos, con breves indicaciones de lugar, tiempo y acciones: su protagonista es la Palabra misma, encarnada en Jesús para manifestarse al mundo y entra en diálogo con Él. Es el drama del encuentro/desencuentro entre el hombre y su Palabra, por la cual y para la cual ha sido creado.